jueves, 14 de febrero de 2013

Un otoño descarnado






Se abrió paso como pudo ante su irrevocable madurez. Sus ojos quedaron cegados por los destellos grisáceos que iluminaban aquella tarde otoñal.  La bruma se agazapaba entre los arbustos, su ruta habitual le reconocía y saludaba.  Sus pasos eran seguidos por un viento que chiflaba entre los corredores delgados que formaban los altos edificios y rascacielos, las torres quedaban ocultas, abrazadas por aquella neblina helada que topaba un cielo con semblante invernal y que se extendía desde la cúpula celestial hasta las calles enlodadas por la fina llovizna neoyorkina. Sobre ella un manto plomizo amenazaba con dejarle hasta el alma empapada por un llanto con olor a tristeza de pino humedecido. El tren fue tragado por una penumbra acogedora. 

Detrás de  aquella amplia ventana estaba ella. Un amplio  panel de vidrios rectangulares, dos  láminas de cristales gruesos, sellados y blindados a prueba de una fuga temeraria.  Solo eran atravesados por su osada mirada sobre aquel abismo expuesto hacia la vida.  No era una ventana cualquiera, para ella era  una gran pantalla vivencial, donde el filme que se exhibía contaba una historia con sabor común y en sus  roles principales e invitados: “sus recuerdos” enfrentados al ajetreo citadino.  El reflejo de su imagen, su sombra le acompañaron en su recorrido.  Ella era otra mujer que se confundía entre otras muchas. Haciendo el mismo recorrido que todos.

Literalmente sentada en uno de los vagones delanteros y a la vez de pie, firmemente parada ante la exigencia, ante su demanda de experimentar la sensación de una continuidad emocional en solitario.    
Hoy: un día particular, de un mes puntal contemplaba la desnudez descarnada de aquella arboleda que penetraba en su mirada. Sombras prematuras le anunciaban que el alma tanto de aquella naturaleza como la suya estaba en el umbral de una metamorfosis absoluta.  Una transición circunstancial para la primera y definitiva para ella.

Desde las raíces hasta la superficie de sus emociones el cambio la estremecía.  De lo alto de la copa de su vida el verdor daba paso a un matiz más maduro, obviamente menos exuberante pero definitivamente más sereno, no había riesgos que asumir.  Un líquido viscoso y  lento se movía  por sus partes más intimas de un rojizo carmesí y empapaba su existencia de una desolación eterna.  Sus pasos le llevaron por un sendero húmedo y frio, pero que en todo caso no le era desconocido.  Ya lo había recorrido varias veces y con total certeza no le temía.  Sus huellas una vez más le ayudaron a recuperar el ritmo de su marcha hacia su mediana edad.

Estaba de cumpleaños. Respiro con ganas, a lo grande, exhalo y se detuvo.  Sus ojos quedaron presos en aquella visión que galopaba hacia su mente entrenada en reciclar la calidez lejana de su sonrisa inmortalizada en sus recuerdos y hacerla cada vez más cercana.  Más próxima.  El crujir del metal en los rieles le produjo un escalofrió que le recorrió la espalda desde la nuca hasta la rabadilla,  se arqueó y  una punzada eléctrica la trajo de nuevo a la realidad.  Entreabrió sus ojos de golpe dando un tropezón y chocando contra su soledad.  Se tomaron de la mano, la calidez de aquel amor prohibido por la misma muerte les arropo en aquella naciente noche donde la esperanza se abría paso marcando una senda prometedora.

Sintió la protección de su propio otoño acercarse mesuradamente, sin apuros, permitiéndole disfrutar cada día de una neblina propia que resplandecía de amor y transformación, sus brotes estaban creciendo profundamente enraizados en una parcela que había sido fertilizada y sembrada con semillas de tolerancia hacia el olvido y a la desesperanza, estaba lista y esperando la próxima temporada de florecimiento espiritual.  Decidió festejar tanta abundancia, se sumergió y salió a flote muy cercana a su  horizonte, esa línea tan retadora y se embarco en su próxima aventura.  El olor a primavera a la vuelta  del almanaque le sorprendió apagando su vela número cincuenta y ocho.

Estaría dentro de pocas horas de cumpleaños, y él le había prometido que llegaría sin falta, ajeno a su ausencia prolongada, ajeno a lo corroído de aquel cuerpo donde la esencia vital había huido tras su pérdida repentina.  Habitada de imágenes que iban desapareciendo en aquella mente perturbada por la falta de amor aun así, la música le devolvió parte de su existencia, aquel blus le trajo de vuelta una sonrisa y la seguridad de que había sido amada en la presencia y en la ausencia.

Ella y aquella naturaleza cambiante  tenían tanto en común.  Ambas eran abandonadas por el esplendor, la sabia corría lentamente por sus raíces, se preparaban para enfrentar las transformaciones que obligatoriamente sufrían las especies vivientes.  Miro una vez más hacia aquellos bosques blanquecinos  y una profunda envidia la invadió.  Con total seguridad dentro de un par de meses ellos recuperarían su belleza, la primavera llegaría engalanando sus  crestas orgullosas.  

En cambio ella quedaría presa de aquel calor que iba despareciendo.  Su piel manchada no daría paso a un rebrote cutáneo. El brillo de su mirada había colapsado y se negaba a aparecer sin ser llamado repetidas veces.  Tendría que vérsela con ella misma.  Traspaso un ahogo repentino, subió el volumen de su canción preferida, dio varios pasos, se alejo del ventanal, se arropo y se preparo una noche más para un encuentro ensoñado.  Y bajo las estrellas del mes del amor sintió que era rebautizada bajo otra forma de amor en su natalicio. 

domingo, 30 de septiembre de 2012

Como un girasol



Cuando pienso en ti
El reflejo de tu flor preferida
Irradia tu imagen querida,
Y me recuerda la esencia de tu vida.

Tu cuerpo, 
Un tallo enraizado a tu eje librano  
Se yergue sobre un núcleo dorado,
Rociado por un octubre estrellado.

Tus veinte y cuatro pétalos danzan
Hoy en tu cumpleaños,
Giras, giras y sigues girando
Volteas, volteas y sigues volteando.

Tu centro vigoroso de miel juvenil
Salpica con gracia tu vivir.

La Habana, Quito, La Paz,
Tampa, Miami y NY.
Praderas que te han fertilizado y festejado 
En cada uno de tus aniversarios.

Curvas, rotas y sigues rotando
En pos de constelaciones
Que irriguen de pasión y arte 
Tu aura brillante.
     
Felicidades hija mía, girasol en mi jardín
Semilla convertida en espléndida especie
Espiga desafiante que retoñas,
Germinas y embelleces allá donde floreces.

Renaces entre hojas marrones, rojizas y carmesí
Tejiendo un otoñal tapete,
Y un lecho caliente,
En este happy birthday for you. 

martes, 4 de septiembre de 2012

TO NYC

http://www.lapatilla.com/site/2012/04/24/las-manzanas-mas-famosas-de-la-historia-fotos/ 

To NYC

Desde mis orígenes he sido una mujer tercermundista. No comí manzanas ni en las navidades. Entre otras cosas porque esas festividades quedaron fuera del calendario castrense. Y porque además el verano eterno y el sol que devora nuestra querida isla no permitían ni permiten que el fruto del pecado se cultivara en la tierra azucarada que nos vio crecer. Mis dientes nunca chocaron con la corteza jugosa de una Apple ni verde, ni madura, ni la mitológica dorada de la discordia ya que nunca mi belleza oculta ha sido motivo de riñas o disputas y para rematar mi espejo mágico se negó a responderme de tal manera que tampoco la envenenada ofrecida a Blanca Nieves he podido brindar. Eso sí, he practico a lo Guillermo Tell mi puntería y juro que he tensado mi ballesta todo lo que he podido poniendo a prueba mi puntería teniendo como blanco no la fruta mítica, sino las oportunidades y retos de mi vida.

Muchos años pasarían hasta que arribara a otras tierras heladas, andinas donde mi dieta diaria se viera enriquecida con los mordiscos que a diario le doy a la declarada reina de la digestión. Me tomo muy en serio el refrán gringo que aconseja: “An Apple a day keeps the doctor away”. Lo sigo al pie de la letra y he logrado llegar a mi medio siglo y medio fuerte y saludable.

Con mi salud de hierro a prueba de mi viudez he desafiado mi limitación e inseguridad al viajar conmigo misma y no hablar inglés. Este verano salí al norte desde mi Mitad del Mundo recordando a uno de mis pedagogos preferidos: Benedetti en su poema “El sur también existe”. Partí de este sur andino sin saber que sería devorada por la Metrópoli más apetitosa y deslumbrante que he visitado. Fui literalmente tragada durante las primeras horas por el Imperio.

Recreaba mis ideas que tomaban forma de texto, una vez más mono blogueando, mientras el tren se desplazaba a toda velocidad desde Scarsdale al mismísimo corazón de NYC. Mi destino final: Manhattan. Iba a pasar el día con mi hija entre rascacielos. Una vez más fuimos acogidas por una Mega City donde no habíamos nacido, una urbe que conocíamos en calidad de turistas y ahora llegamos para instalarnos. 

Organicé mi agenda ideal para pasar unos días relajados. Dos días a la semana pateando las transitadas avenidas, codo con codo sobre la cebra neoyorquina , un espacio seguro de protección de los autos pero todo un reto al enfrentar una multitud sedienta de vivencias que iban de un lugar a otro. Un ramillete multicultural que se mezclaba sobre las barras blancas pintadas sobre un asfalto hirviendo cruzando de un lado a otro la jungla étnica erguida más soberana que nunca una década después de tener sus heridas abiertas y sus cicatrices aún sangrantes. Un solo día, la mañana , la tarde, y el inicio de la noche suficientes para quedar extenuada, mi sensorialidad quedaba más que satisfecha a merced de tantos estímulos ofrecidos por los residentes y turistas que hacían particularmente atractivos y únicos los espacios públicos y privados.

El regreso a casa tenía sabor a victoria, sumergirse en la tranquilidad del pueblo donde me hospedaba, toda traspirada emprendía mi regreso, sudaba, arte, cultura y confianza en mis instintos que me guiaban. Padecía de una conmoción sensorial. A modo de chiste comentaba que la porción correcta de este manzaño para no sufrir una ingesta severa era: un día de ciudad y tres de suburbios.

Me acomodé, medio echado el cuerpo sobre el lado derecho pegada a la amplia ventana, disfrutaba ubicarme en un asiento frontal en la misma dirección que corría aquella flecha que hacía los recorridos distantes transportando todo tipo de personas y yo, entre un pequeño grupo que en aquella hora disminuía. Una vez pasado el horario pico (off-peak) era menos costoso y congestionado. Podía darme el gusto de sentarme donde quisiera, de frente y en el primer vagón, para así ser de las primeras en pisar la plataforma al llegar a la Estación Central y garantizar salir disparada olímpicamente hacia uno de los arcos de entrada a la estación. Ponía en práctica algunos tips que mi experimentada anfitriona me pasaba.

Disfrutaba del paisaje veraniego que a través del vidrio mostraba un junio y julio caliente y verde. Escribía mientras vivía mis experiencias diarias. Es una forma de evitar quedarme a solas conmigo misma. No huía del dolor, todo lo contrario, me lo bancaba en la misma medida que seguía viviendo. Reciclaba mis experiencias como una manera de combatir lo rápido que sucede la satisfacción de haberlas disfrutado en este universo online. Lo efímero de los momentos vividos.

El viaje lo iniciaba en el s/n Post Rd. donde me hospede, recorría aproximadamente una milla y media hasta la parada de Hartsdale, una agradable caminata sin prisas y disfrutando de las praderas extensas, frondosos jardines rodeaban las casas que durante este verano les pasaba por delante tanto a la ida como a la vuelta y que al cabo de varios viajes obviamente se me hacían más familiares.

Sudando la gota gorda llegaba tipo nueve y cuarto de la mañana hasta el punto donde tomaba el tren, pero antes me refrescaba y tomaba café en el Starbucks ubicado al pie de las gradas que daban paso a la vía ferroviaria. A las nueve y media en punto aparecían las luces de la locomotora y yo ya sabía donde pararme para poder tener acceso al primer vagón, mi preferido. Se detenía, se abría la puerta y con el pie derecho siempre listo lo abordaba. Se hace aproximadamente unos cuarenta y ocho minutos desde este barrio paradisiaco hasta la efervescente Casa Central de la calle cuarenta y dos.

Unas quince estaciones la separaban desde este suburbio neoyorquino al corazón de la Big Apple. Me gustaba disfrutar de esa sensación de libertad en movimiento acompasada por un meneo, un vaivén, pequeños empujoncitos un lado a otro que le eran arrancados a mi cuerpo, dizque un baile al ritmo de un rock metálico, duro que bramaba de las entrañas de aquel felino en constante recorrido; el desplazamiento de un gigante en las comunicaciones terrestres que en tiempos lejanos con sus calderas a todo fuego contaminaba sin aún saberlo los cielos y que su estela de humo y silbido inconfundibles anunciaban su llegada y partida a las comunidades. El progreso y la nostalgia sobre rieles.

La felicidad sigue siendo la misma al ver que modelos mucho más modernos, con tecnologías ecológicas atraviesan los rincones de la Nación y llega puntual con una majestuosidad digna de los grandes. Dentro de los más de diez vagones la monotonía del rock heavy adormecía a unos cual nana arrulladora, a otros los trasportaba a una intimidad total ante las historias que leían salida de sus tabletas o del Kindle, otros optaban por la música de sus Ipad. Y yo, que decir, yo quede presa para variar en mi monólogo perpetuo pensando que detrás de cada persona había tanta historia personal y familiar como la que yo escribía a modo de apuntes y frases sueltas en mi cuaderno de este verano del año dos mil doce.

Entrecerraba los ojos y me abandonaba a la idea de ser tomada en brazos y vagar al centro de mis ensoñaciones y fantasías, sentía la necesidad de dejar en manos del conductor mi destino. A mi edad ya se tiene mucho más pasado que futuro y asusta recorrer en solitario lo que quede. El ritmo del coche-vagón despertaba sentimientos de independencia, mis alas se fortalecían y volaba al ritmo de aquel ejemplar glamoroso que tragaba kilómetros por minutos y hacia la distancia entre los sueños y la realidad más desafiante. Veía desfilar ante mi mirada que para nada estaba perdida, una exuberante vegetación de la época, reconocía algunas especies de pinos, plantas florales y otros, pequeñas ardillas, y conejos apostados en el camino saludaban como en un cuento infantil a los pasajeros que distraídos no le prestaban atención. 

Lamentablemente la belleza cuando se convierte en cotidiana pierde esplendor para algunos. No era mi caso, yo necesitaba ser sorprendida con visiones como estas, las atesoraba en mi retina y las ponía en blanco y negro, los bosques se iban quedando atrás en un pestañazo y comenzaban aparecer las torres de viviendas, negocios y oficinas. Mi meta: La Gran Estación y a toda costa no perderme. Y lo logré. Entre mis manos mi Timetable toda subrayada a modo de amuleto y sin la cual orientarme hubiera sido imposible. Mi Schedule veraniego.

Sobreviví a la impresión tan abrumadora que me provoco aquel ir y venir, el hormigueo humano aquel tránsito incesante que circulaba por los andenes, entre los pasillos subterráneos, en los amplios e iluminados corredores donde conviven elegantes boutiques , joyerías, restaurantes y su mini mercado que te arranca un profundo “wow”. Centenares de huellas marcan un ritmo frenético a diario en su amplio hall donde la cabina del reloj de cuatro caras es sitio de encuentros, testigo de momentos afectivos entre amigos y familiares, la majestuosidad de la Terminal queda atrapada en miles de flash cegadores que prometen llevarse a casa en forma de imágenes nuestras vivencias para disfrutar en la intimidad de nuestros hogares el privilegio de haber estado allí. Y otros de forma inmediata compartirlas con conocidos o no en las redes sociales.

Grupos de personas de todas las edades, parejas, individuos, gente de todas latitudes, algunas con sus mascotas en mano. Personas de todas las razas y orientación sexual un mosaico generacional y multicultural, olas humanas visitan, pasean y viven en esta ciudad, hoy más que nunca el sentimiento de convertirnos en ciudadanos del mundo, y sentir el orgullo de residir aunque sea un día de nuestras vidas en La Capital de la Libertad nos invadió. Vivir en el Estado que más tributo históricamente le ha rendido a la Estatua de la Libertad. Antorcha en mano, erguida y desafiante. El Faro de NYC, dando la bienvenida como solo lo saben hacer las madres a su hijos, propios y adoptivos, abrazando a todas las etnias, culturas y religiones, y nosotras cobijadas bajo su manto esperanzador.

Para ser libres habíamos abandonado nuestro caimán cautivo y fuimos a parar al sur americano. Y por practicar el derecho a ejercer la soberanía sin condicionamientos de ningún tipo, nos habíamos convertido en trotamundos, dos viajeras incansables, viviéramos donde viviéramos. Ahora, en una Nación donde la esperanza y las oportunidades convertían los sueños en realidades. Por amor y la fe a la libertad dejaba a mi hija estudiando y trabajando al pie del monumento que representa uno de los valores tan anhelados por la humanidad. Este cuatro de julio el cielo brillo aún más, y desde Nueva York dos nuevos pares de ojos eran cegados por la emoción: Los nuestros.

Llega setiembre, el mes donde celebramos y rendimos homenaje al vigésimo primer aniversario de nuestra condición de ser una familia inmigrante. Nosotras, unidas por el amor filial, en la pérdida y aún más en la distancia entre el norte y el sur, cada una en ambos extremos del continente, puntos distantes y diferentes pero al mismo tiempo con tanto en común, iluminadas por los destellos del pensamiento de los hombres y mujeres que han luchado y luchan para una América Unida y Soberana. …“ Quiero ver a toda la población del mundo unida, reunida en el acto más simple de la Tierra. Mordiendo una manzana.” Neruda. Oda a la Manzana 1956.

Dedicado a Romy Roloff en el veintiún aniversario de nuestro Grito de Independencia.

Inspirado en el amor recibido de la familia Dawson. A mis anfitriones. Gracias por la hospitalidad que nos permitió una experiencia tan enriquecedora.

A la memoria de las víctimas del once de setiembre en otro aniversario. A los sobrevivientes, a sus familiares, amigos y amigas.

lunes, 13 de febrero de 2012

Pe


Estoy lista para ser abuela!!!

Al ver a la Pe en tu regazo , al verte tan pendiente a sus horarios de alimentación, juegos, sueño , al verte intentando educarla y al mismo tiempo consintiéndole, al poder sentir ese afecto tan profundo que ha nacido entre ustedes, ese vinculo afectivo que te da fuerzas para vivir tu día y enfrentar las demandas de esta tu “ hija” como sueles llamarle, de forma tan responsable y madura quiero decirte que me produce un profundo gozo .
Visto así creo que es un excelente entrenamiento para que jóvenes como tu se inicien en una aproximación (salvando las diferencias) a una práctica de crianza. A una experiencia pre maternal. La Pe es una afortunada y lo sabe de tenerte como “mami” tu amor, dedicación y respeto por ella demuestran que eres portadora de un corazón muy especial.

Estoy agradecida de que tu vida te da la oportunidad de experimentar ese sentimiento tan universal como genuino que rompe las barreras genéticas , que incluye a todo tipo de especie y que se ha manifestado en la relación de ustedes. La maternidad en cualquiera de sus expresiones hace grande al ser humano.
En este mes del amor y la amistad reciban ambas un beso y mis cariños. Tienes un don que no todos tenemos el cuidar y proteger a una mascota y que esta pase a ocupar un rol tan importante en la vida de una familia. Te admiro hija querida.

Feliz San Valentín
Ma

jueves, 1 de diciembre de 2011

Llegas

Llegas.
Vienes de tan lejos
De mis sueños infinitos
Llegas hecha realidad.

Realidad que poco a poco va
Tomando forma en mis noches
y en mi vientre.

Llegas para alumbrarme el camino,
Para que mis temores se disipen
Con tu sonrisa, tu pelo y tu pequeño
Cuerpo de ardilla.

Llegas para subirte hasta mi pecho
Para hacerme un poco más vieja, un
Poco más real, para recorrer
Juntas un largo camino, para tenderme la mano.

Llegas para que yo te enseñe el camino
Que yo recorrí
Y, que de una forma u otra, es tu camino.

Llegas llena de amor, ternura,
Llegas con tu luz
Te paras delante de mí y me preguntas:
hace mucho tiempo que me
Esperabas?
Y te respondo: Toda mi vida.
Ambas nos esperábamos.

Para mi hija en su veintitrés cumpleaños.
Poema inédito escrito en 1986

lunes, 12 de septiembre de 2011

Come fly with me

Náufragos en nuestra costa amada
Anclamos en una sierra helada
Palmeras cautivas en la despedida
Demócratas nevados en la bienvenida

Jóvenes alas nos izaron
Plumas nacientes nos arriaron
Hoy dos décadas de autonomía celebramos

Con diversos follajes, tejidos y lenguas
Nuestro nido calentamos
Allá donde volamos.

Allá donde vamos
Sin yugo, soberanas somos
Dos habaneras expatriadas.

No hemos vuelto
Festejamos otro aniversario
Qué veinte años sí son añejados
Un tinto reservado. Un bolero añorado.

Hoy seguimos viajando
Dos grandes ausentes:
La Perla del Caribe y
Roloff que la honrró.

Independientes viajeras
Embriagadas por un Gran Reserva
El recuerdo en la ausencia
Acunadas por el destierro. Airosas festejamos.

Al mar, al cerro, al océano
Al lodo, su olor, su dolor
Conmemoraciones en septiembre
Amantes y libres por siempre.

jueves, 25 de agosto de 2011

¿Y yo quién soy?

Cuenta la leyenda que un hombre salió a pasear por el bosque y se perdió. Daba vueltas y más vueltas tratando de hallar la salida, pero no la encontraba. De pronto vio a otro caminante y se llenó de alegría. “¿Podría indicarme el camino de regreso al pueblo? Le preguntó. Y el otro le respondió: “No puedo, porque yo también estoy perdido. Lo que sí podemos hacer es ayudarnos el uno al otro diciéndonos que caminos ya probamos sin resultado, hasta que juntos encontremos el de salida” Harold Kushne.

Corrió una vez más hacia su infancia, atravesó su propia imagen traviesa e ingenua que en sus días no la libró de un entorno de insatisfacción emocional. Se detuvo en un momento dramático, aquel que torció la vida de su familia, sus padres se habían separado. Su madre y hermanos dejaban la casa donde ella había dado sus primeros pasos. Serian recibidos con los brazos abiertos por tu tía preferida, la hermana menor de su madre. Aún podía viajar por las estaciones de su vida que ya tenía más de cincuenta y seis décadas recorridas.

La imagen infantil iba y venía de forma recurrente y así pasaba con prácticamente todas las fases de su vida. De ahí en adelante podía dar cita a casi todos sus momentos vividos, y a los más significativos obviamente. Se le oía decir que de su candidez e intrepidez juvenil la separaban una veintena de años, su primavera se hacía presente cuando escuchaba sus canciones preferidas por eso le gustaba poner la música que sonaba entonces , esa que le abrazaba desde siempre. La melodía llegaba manteniendo l a poesía de Machado y Hernández a prueba de olvido y entre risas , lagrimas e imágenes significativas que reforzaban su identidad se mantenía viva . No estaba mal de vez en cuando darle una alegría al cuerpo como decían Los del Río. Y la música era milagrosa.

La música tenía ese poder terapéutico. Colocó el cd y el ambiente se vio visitado por aquellas canciones de moda que evocaban sentimientos memorables con lo cual su expresión cambió y se vio un poco más animada, podía tararear las letras , especialmente aquellas que eran sus preferidas , la pegajosidad le hizo dar un paso por aquí y otro pasillo por allá, las letras le venían a la punta de la lengua con facilidad, hacía un buen coro con la melodía que alegraba el ambiente.

Cada día se alistaba para salir a caminar le gustaba el modo en que se ganaba la vida, escribía historias, recopilaba relatos, confesiones, secretos de personajes cercanos, lejanos, ficticios, ausentes, que no podían hacerlo porque entre otras cosas subestimaban sus experiencias , le restaban importancia, y para variar ella tejía cuentos a partir de hilvanar lo que le llegaba en forma de recuerdos, la actualidad de ellos y de otros eventos tenían la caducidad a la vuelta de la esquina. Era una cuentista. Era una guionista.

Vivía de las experiencias ajenas. Amasaba sus ideas, les daba forma, mezclaba fantasías, ensoñaciones y de todo un poco, sus dedos ágiles daban cuerpo a los textos que brotaban de una mente donde las huellas aún estaban frescas, anotaba cuanta idea podría sacarle partido, exprimía hasta sacar el jugo a situaciones cotidianas, rutinas y comentarios insospechados y así recreaba pasajes , relatos cuyos contenidos formaban narraciones como el patrimonio, el legado que estaba construyendo. Se apropiaba de algo que no era suyo, algo muy valioso que las personas dejaban flotando en el ambiente cuando charlaban reunidas en festejos familiares, sociales o simplemente al tomar un café en las tardes.

Ella asechaba, prefería estar callada, oculta en su silencio y no levantar sospechas de que se alimentaba de los RECUERDOS de otros. Tenía la certeza del peligro que corrían ella y miles de personas que habían visto irse junto con la muerte de sus seres queridos también la posibilidad de revivir los hechos compartidos , el nombre de calles, plazas, iglesias, el nombre de sobrinos, hijos, nietos, e incluso el nombre propio. La belleza y la tristeza de los momentos captados por una cámara oportuna que al final del camino nos dejaba una imagen impresa, a colores o no delo acontecido un día casual donde nos juramos amor eterno, una día puntual donde el agua bendita bendijo al benjamín de la familia, una torta hecha por la abuela donde las velitas no ocultaban el cumpleaños de una de sus hijas. Una imagen que para suerte de todos ayudaba a que nuestra memoria tuviera un punto de apoyo grafico para combatir la imposibilidad de dar cita , de testificar mas allá de la evidencia física que nos delata el hecho dando fe de que han sido reales.

Viajó una vez más por las más de ocho décadas que lucía su piel manchada y seca, sus pliegues huesudos y una sonrisa de satisfacción endulzó su rosto octogenario. Frente a ella esa joven hermosa le devolvía otra sonrisa juguetona y se dijo cuanto se parecía a alguien que le era familiar, pero no le venía el nombre de aquella linda criatura a la boca. Su presencia evocaba una plantación de Alta-Provenza, donde las semillas de la auténtica lavanda regalaba una visión mágica de felicidad sensorial como recién salida de un catálogo de L’ Occitane con un ramo de violetas con esa fragancia salida de sus campos. Lucía el cabello atado sobre su nuca, y una inocencia a prueba de un verano ardiente.

A quien tenía delante, entrecerró sus ojos que aún tenían una tenue brillantez, una fugaz llama de lo ardiente que había sido sirvió para darle fuego a sus noches de insomnio. Deslizo una pierna sobre la otra, delgadas, largas, ambas entrelazaron y se columpiaron en la mecedora que le permitía salir a ratos de su cama, cambiar de posición y recibir el calor de aquella mano que le pasaba los dedos por sus cabellos cobrizos y escasos. Se detenían y hacían presión en forma de una caricia intensa y prolongada, ese gesto le reavivaba el flujo sanguíneo y sentía que la vida le visitaba nuevamente. ¿Quién eres? La vergüenza le hizo callar. No quería equivocarse y no llamar por su nombre a la mujer que le leía tan amenamente. ¿Cómo llamarla? Podía resentirse y no volver a visitarlas. Fingió interesarse por la foto que estaba colocada en la mesita auxiliar y que veía con dificultad, la acercó y se confundió aún más, se restregó los ojos una y otra vez y ahí estaban ambas, la misma cara frente a ella y la misma en el marco de plata que tenía entre sus manos.
Estaba segura que era ella misma con muchos años menos, pero ¿sería? Y se preguntó cómo era ella.

Se oyó una voz que le decía lo linda que había sido, lo presumida, coqueta, la buena figura que había tenido, lo bien amada por todos, lo trabajadora y fiel a sus seres queridos y así mil cumplidos como flores silvestres le llegaban unos tras otros. No se reconocía. No sabía dónde buscar, que hacer para darse cuenta quién era y quién la visitaba y mucho menos quién había sido.

Sentía como si flotara, pesaba poco, su ligereza le llegaba acompañada de una ausencia de recuerdos, algunos episodios se repetían de forma vaga, remota, ya no reconocía ni a la pena, esta la visitaba cada atardecer pero ella no le abría su corazón, no la recibía. Uno no se puede apenar de lo que no recuerda.
Dejó de escuchar esa voz cálida que le hablaba sobre su vida, o algo parecido, un papel estaba en el piso, una hoja de papel blanco entre sus pies y los de aquella chica resplandeciente que no lograba ubicar ni de aquí, ni de allá. Se levantó para ir al baño y al pasar recogió la hoja, no leyó nada, hacia mucho que no leía, colocó sobre la mesilla aquel formulario en cuyo extremo derecho se venía dos letras juntas, en mayúsculas: EA

Olvidó lo que no recordaba. Y no podía recordar lo que había olvidado. Sintió que la tomaban del codo y la guiaban evitando par de muebles entre ella y la puerta del baño. Entró, y a solas se encontró con la cara que le devolvía un espejo ennegrecido que reflejaba una imagen rota, una figura donde las partes ya no encajaban y que encajarlas exigía como en esos rompecabezas infantiles de una destreza cognitiva que había desparecido . Sonrió una vez más, todo el tiempo lo hacía, ligeramente, calladamente. Eso de quien sonríe de sus maldades se acuerda no iba con ella. Era una de las muchas excepciones a la regla. El toque de la puerta le exigió salir y volver a sonreír.

La esperaba para nuevamente llevarle a su sillón, estaban muy próximas la una de la otra y la ocasión permitió que sus miradas se encontraran, una chispa de amor filial calentó un abrazo necesario, el amor todo lo puede, los labios tiernos toparon la frente árida y una ola de ternura hizo renacer un abrazo que a modo de puente daba paso a la esperanza entrelazada para un adiós físico cada día más cercano.

Era la hora de tomar uno de sus medicamentos, la tarde se despedía y eran noches de luna llena, la luz lunar nunca le había gustado, de niña su madre pasaba las cortinas en las ventanas de los dormitorios dizque para evitar que los sueños se fueran tras esa pelota encantada que jugueteaba en el cielo de su isla querida. Cielo caribeño donde sus hermanos y hermanas la habían amado y protegido aún más por ser la más pequeña de los seis. Había sobrevivido a todos ellos. Su dulzura la ayuda a tragar la píldora pequeña y mágica que le ayudaba a dormir como un recién nacido.

Y así fue, se arropó, su cuerpo se deslizó entre las sábanas y sus mantas, una sensación de descanso la cubrió vio ese camino delante de ella que la invitaba a pasear, a ayudar al otro a encontrar el sitio final para un descanso eterno. La mano extendida le dio seguridad y sin dudas partió. Dejando tras ella una tristeza infinita y una alegría inconmensurable, gracias a esa manía de escribir historias propias y ajenas, ficticias, mágicas, atrapadas en el tiempo o libres en el espacio. Gracias a esa tendencia de ir por la vida escudriñando el pasado y mezclándole con el presente su hija heredaba sus manuscritos, una de las formas más tangibles de atrapar lo vivido, una saga de textos escritos por ella desde una lucidez perturbada solamente por el deseo casi febril de contar y contar lo que ahora no lograba traer a su memoria en forma de palabra escrita, hablada o dibujada.

Nota : Para aquellas personas que ayudan a sus seres queridos cada día a vivir sin recordar. Para todas las familias que sobreviven ante el dolor de saber que el otro no sabe quién es. Para todos aquellos que visitan, cuidan, protegen y padecen de EA. En este Año Internacional del Alzheimer, donde la amenaza de perder la memoria nos asecha. Para el Banco de Recuerdos de la Fundación Reina Sofía.

Para mi tía, la hermana más pequeña de mi madre, su presencia en mi vida es uno de mis mejores recuerdos infantiles. Nosotros, sus sobrinos la hemos amado y nuestros hijos la aman y la recuerdan hasta que los recuerdos den paso a otras vidas y estas pasen sus historias a otras generaciones que no permitirán que una familia quede sin sus vivencias más valiosas, donde los personajes den fuerza y valor para enfrentar semejante amenaza.














sábado, 14 de mayo de 2011

Las Divas de Botero



Había regresado de su viaje a Medellín con la moral alta, como quien dice con la autoestima en su punto máximo de ebullición y todo gracias a Macarena que le comento que ella no estaba gorda, nada que ver, era una idea que se había hecho, que habían otras mucho más y que en su caso conserva sus buenas formas y valla que tipo lucia , y con estos cumplidos, así uno detrás de otros, dicho con vehemencia y amor de amiga le vino el alma al cuerpo y ya saben eso de “ mal de muchos consuelo de algunos”, funciona y siguió habla que habla, dale que dale con todo el empeño de quien tiene como misión hacer que su amiga querida se sintiera mejor a sabiendas que no era del todo cierto lo que ella charloteaba. Y la conversación tomaba por caminos desconocidos: el arte, ella sabia poco de esas finuras, esos son temas de gente educada, de personas con dinero. Por esas tierras cafetaleras donde se trabaja de sol a sol y que el canto del gallo endulza la primera colada no se habla otra cosa que como dice la canción de ese dominicano alto y simpático: que llueva café en el campo y el costo de la vida.

Se distrajo cosa nada rara en ella y dio rienda suelta a su madeja de pensamientos, en un ir y venir sin tema definido, y desde lejos llegaba un susurro a modo de una rica conversación algo sobre unos murales, unas acuarelas de mujeres desproporcionadas mucho mas rellenas que ella y que eran muy afamadas , así que tomo la palabra de Maca como de cariño le gustaba llamar a su amiga no como un cumplido, sino como un de esos licores bajativos que se ingieren después de una gran comilona y que ayudan a no pescar una indigestión y a disfrutar de una sobremesa más amena . Acepto este viaje para conocer unas gordas tan célebres. Eran siluetas, cuerpos fantásticos emergiendo de lienzos donde la fantasía y el erotismo se daban cita en forma de una gran fiesta donde el anfitrión y su buen pincel regalaban una ilusión al buen lucir.

Seguía pensando en las musarañas mientras comentaban sobre este buen señor que se ha hecho famoso pintando y esculpiendo mujeres y otras figuras que están llenas de llantitas por aquí y por allá, grasa acumulada y que gracias a esas llantas el nombre de Colombia ha rodado por todo el mundo y es si se quiere más aclamado . Este Don Botero tenía el “don” de que lo desproporcionado luciera proporcionado y de que sus esculturas y cuadros rindieran homenaje de alguna manera a las féminas que van por ahí de pueblo en pueblo costumbrista rodando por el exceso de sus curvas. Así es, tan simple, una visita al museo y se animaría le decía una vez más la Maca.

Ella no había ido a un museo en su vida, por eso no titubeo al decir: “SI” y ponerse su ropa de domingo, la de ir a misa y a tomar el helado preferido. Además su prima mayor, hija de su tía preferida, hermana menor de su madre que en paz descanse le había susurrado en el bautizo del pequeño Sebastián de ir a esta exposición que aparecía como la gran cosa en el suplemento cultural del fin de semana en el Colombiano. Y ella respetaba mucho a la mayor de las sobrinas de su madre porque ella si había estudiado y además había viajado mucho.

Dicho y hecho ya era cuestión de fijar el día, hacer los arreglos y serian un plan con merienda incluida Tomarían el bus que hace el camino del sur al norte de la gran ciudad y tiene su parada a pocas cuadras muy cerca a esa casa estilo colonial donde habitan obras que este colombiano ilustre llamado Fernando Botero había donado, o sea, había regalado y que se decía las gordas lucían estupendas e incluso provocadoras. No podía negar que estaba muy nerviosa, ella quería ser una mujer educada y según sabia sus vecinas que estaban alborotadas con su viaje a la ciudad Antioqueña en esas salas dizque llamadas museos, no se puede hablar, hay que susurrar. Haría un gran esfuerzo, su voz era fuerte y de tanto llamar a sus hijos que jugaban en la calle y nunca le oían, su llamado era todo un pregón especialmente en las horas pico, esas donde la comida se enfría y ella ya está loca por comer y no engullir la cena para no engordar y el balón baila de pie en pie descalzos, pateando lo sueños de sus hijos por darle un gol a sus vidas.

Lo recordaba muy bien, había sido un paseo bien saboreado. Con gusto, y bueno , bueno, bueno se dijo a si misma ya están a la puerta de la casa de las gordas y tocaba entrar, su pecho explotaba, y su blusa no podía guardar el par de tetas que le jugaban una mala pasada, luchaban entre ellas por salir disparadas rompiendo el botón que amenazaba con salir e incrustarse en uno de esos cuadros de una súper gorda desnuda, Jesús, María y José se dijo una y otra vez, cogidas de la mano avanzaron ella y la Maqui por aquel corredor que exhibía a ambos lados mujeres alegres, felices, sus miradas y sus poses eran desafiantes y sus sonrisas eran de total satisfacción. Nada de dieta, no parecían que pasaran hambre y menos hicieran esas dietas que tan de moda anunciaban en la tele. Ella quería parecerse a esas lindas y guapísimas señoras con todo un estilo que aparecen a las ocho de la noche en las telenovelas que ella no se pierde ni muerta. Lindas y sabiondas, porque sabían engatusar hasta embobar a medio país.

Ella hacia toda su faena nocturna rápido, se daba una ducha porque el calor ardiente de su ciudad natal la freía en vida, ella toda perfumada con esa colonia que le regalaron cuando compro su último juego de ollas para el nacimiento de su noveno hijo. No tenia estudios, no había ido a la universidad, pero eso si, ella hacia los deberes con sus hijos y aprendía junto con ellos. Le repetía día y noche lo juiciosos que debían ser.

Por eso había aceptado esa invitación, a ella la razón le había acompañado durante los nueve meses de embarazo de sus nueve hijos. Iría a aprender y ver con sus propios ojos a mujeres que como ella estaban pasada de libras. Había aprendido en un programa radial sobre cocina que oía entre oficio y oficio y de los consejos de su comadrona que lo mejor era no comer cosas fritas, nada recalentado y entonces una noche así estrellada allá en su pueblo le pregunto al resto de amigas como preparaban sus comidas sin freírlas. Y algunas le respondieron que el secreto era entre otros usar solo aceite extra virgen de oliva. Tomar par de cucharaditas diarias y nada de frijoles y todas esas cosas ricas que a ella le gustaban. Sonaba con volver a usar aquel vestido de lunares blanco y negro nuevamente que era un recuerdo lejano de cuando su cintura había hecho perder el poco juicio que tenía su marido, y juntos había huido en busca de un amor que no conocía de fecha en su ovulación. Entre risas leyeron en el periódico local que esta exposición era llamada de Arte Erótico. Le sonaba raro ese nombre, como a algo vergonzoso, algo que para una mujer como ella que no se desnudaba ni ante la luz solar podía ponerla en apuros. Sus cachetes enrojecieron ante la idea de compartir con desconocidos algo tan privado como el cuero de Venus.

Estaba boquiabierta mirando esas pinturas donde la carne aparecía firme, estas regordetas desnudas ante miles de bombillas amarillas, donde el amor estaba presente en cada trazo, en cada pincelada ahora si estaba segura de lo milagroso de esa esencia hecha de las olivas, seguramente estos tintes habían sido mezclados con ese aceite tan divino, tan caro pero que ella quería comer a toda costa. En la tienda de su pueblo no lo había, ni en el mercado, pero acá en la ciudad seguramente lo encontraría y tenía todo el dinero que le habían dado sus vecinas para que les llevara frascos de ese estrato mágico que venía de España, Italia, de tan lejos. Estaba decidida a lucir mejor, a entrar al club de las “Boteranas” como acaba de decidir llamarles a estas diosas nacidas como dios manda.

Eran rostros pudorosos que ella conocía muy bien, le eran conocidos, eran desnudos tímidos y a la vez desafiaban cualquier comentario o mal entendido de cómo puede la belleza verse reflejada aquí y allá. No estaban allí para matar el tiempo, en su vida no había matado ni a una mosca, quería alimentar sus días y su vida. Se detuvieron frente a una de estas figuras que de espaldas, medio de lado y con sus carnes al aire libre hacia un llamado a los visitantes a disfrutar ese cuerpo bajo y regordete que rinden tributo a la pose en cueros y con pies calzados.

Quedo presa de esa visión, quedo enamorada del erotismo y decidió comprar una de esas litografías que vendían en la tienda, era una reproducción de esas divas y llevarla a casa, la pondría justamente en su baño, sobre su tina, necesitaba de una compañía que le hiciera sentir amor por sí misma, cariño por sus rollitos, nada mejor que ver a alguien peor que uno para sentir que el mundo está de madre, pero que uno aun no ha llegado al límite. No se iba a dar por vencida, seguiría buscando un peso ligero para ganar la batalla contra su colesterol y sus triglicéridos que andaban por las nubes. Caminar , caminar y caminar le había dicho el médico era el remedio para todo, y en eso se pasaba todos los santos días, quería dictarle al mayor de sus hijos unas anotaciones un poco borrosas que guardaba como su tesoro, eran recetas que había heredado, las recibió un día de agosto que su abuela Candelaria murió y le entrego hecho un manojo de papel amarillento paginas tras paginas lleno de borrones y que ella con total dedicación había pasado en limpio , con su ortografía medio chueca debido a que escribía con su mano izquierda y que toda su familia se empeño en cambiarle a su derecha. Era bien dura de cabeza y nunca cedió, a escondidas seguía haciendo sus trazos a su manera. Se festejaba el segundo domingo de mayo y ese sería su regalo, regresar a casa el día de la Madre sin sentirse que estaba de madre.

A las mujeres de mi familia a las vivas, a las muertas, y a las muertas en vida, a mis amigas, a las amigas de estas, a mis vecinas , a las primas de mis amigas, a las amigas de mis primas y a sus hermanas , a las cuñadas de mis conocidas, y especialmente a mi hija. Feliz Mes de la Madre.
Sra. Julia Botero

Excluidos Globalmente.

El patio de mi casa es particular, se llueve y se moja como los demás agáchate niña y vuélvete a agachar que si no lo haces no sabes cantar, la, la ra, la, es un estribillo de una canción infantil que recuerdo con mucho cariño, la cantábamos mis amigas y yo tomadas de la mano y danzábamos haciendo un circulo y entre risas nos agachábamos tocando prácticamente el suelo con nuestras narices.

Es una ronda que siempre me ronda cuando visito portales cibernéticos donde las personas cuelgan sus intimidades graficas y a manera de comentarios comparten sus vivencias, ofrecen información de sus compromisos sociales, personales, profesionales y publican su agenda laboral y personal. Nunca antes la intimidad se vio tan intimidada.

La lluvia es un tesoro que se comparte desde siempre para bien o para mal, nos cura, nos mata, nos purifica y de paso empapa nuestra ropa pero también desde toda la vida nuestra hispanidad nos ha exigido que la ropa sucia se lave en casa y se seque en el patio trasero. Ya no, la lavandería domestica se modernizo y brinda un servicio veinticuatro horas al servicio público, extendiendo sus cordeles a todos los continentes, pone a nuestra disposición una centrifuga universal que exprime a altas temperatura nuestros atuendos. Los “tenderos públicos” como personalmente me gusta llamarles a las redes sociales han abierto un horizonte extendido. Su nacimiento y evolución ha sido premiada con la osca rizada película Red Social que son las nuevas formas de dizque socializar a la velocidad de un clip, es la versión más actual del ciberchisme.

Lo que cantábamos era una melodía infantil que trascendía nuestra inocencia al cantarla y a modo de moraleja ponía en el código moral uno de los axiomas mas cantaleteados por nuestra cultura hispana: los trapos sucios se lavan en casa. Dicho formalmente: la privacidad es un derecho universal y que como todo derecho uno lo ejerce, lo disfruta desde su propia perspectiva. Unos publican sus vidas, lo gritan a los cuatro vientos y otros manejan otras opciones menos riesgosas. Como dice el dicho: para gustos se han hecho w.

De siempre las familias han sido educadas en ser cuidadosas en el control de sus prendas íntimas, estén sucias o resplandecientes, recatadas de sus interioridades, haciendo del área verde familiar un ambiente libre de intrusos. Este siglo sin lugar a dudas será recordado como un gran desenfreno cibernético.

Este ir y venir de las comunicaciones marco definitivamente el escenario moral a todo nivel. Y otros vientos soplan las vecindades. La comunicación hoy día permite sin remilgo alguno dar a conocer por voluntad propia imágenes y textos donde son exhibidos los contenidos de la vida ciudadana. El término global está de moda, la pasarela es amplia y diversa y todos globalizan sus experiencias. Se trasmiten a una velocidad a prueba de secreto. Somos testigos y participes de la construcción de un tendero público global. Los trapos aun húmedos son colgados. El acceso a los medios es cada vez mayor. Y se presume a nivel mundial de ellos. El blaclipblaclipbla recorre las distancias a vuelo de la velocidad que pagues.

Lamentablemente sucede todo lo contrario cuando los protagonistas de las historias maleta en mano aparecen en los aeropuertos dispuestos a que las barreras migratorias no se interpongan y les permitan un acercamiento a otras culturas, a otras realidades, ya no virtual sino presencial entre amigos y familiares. No cibernéticamente sino como a la usanza tocando la puerta. Cruzando mares, desafiando las fronteras. Y desafiando las filas, tramites, costos y mal trato en consulados y embajadas.

Si algo se ha globalizado según las estadísticas y los hechos son los estereotipos raciales, culturales y xenofóbicos. Si algo ha logrado hacer más común a todos, es la miseria, las desigualdades. Cada vez somos más las ciudadanas y ciudadanos tipo PEG como les llamo. Persona Excluidas Globalmente. Mucho intercambio a nivel pan tallezco y absoluta intolerancia migratoria. Padecemos y somos víctimas de cuanta manifestación anti migrante son capaces de desplegar las sociedades, sus gobiernos, estados y políticos. Miles de desplazados a nivel mundial buscan desesperadamente un sitio, un refugio para poder ejercer esos derechos proclamados por sus gobernantes en las cien mil y una carta que a lo largo de la historia de la humanidad se han escrito para proteger a los que como yo no viven en la tierra que los pario.

Soy nieta de inmigrantes y soy una mujer expatriada. Trasmití esta herencia a mi hija. La lucha por no ser ciudadanas PEG es dura. La tierra que te pare te marca para toda la vida. Mi país natal aparece en una lista de países terrorista con lo cual me convierto en una ciudadana potencialmente peligrosa. Viajo con un pasaporte que me produce escalofríos al presentarlo a las autoridades que lo exigen. Mi karma es mi ciudadanía. Necesito solicitar visa hasta para entrar al espacio divino. Me han pedido del pi al pa’ para acceder a cualquier servicio financiero y de cualquier tipo. El embargo no ha podido embargar nuestros deseos más genuinos de hacernos presente e incluirnos en comunidades menos desfavorecidas.

Somos testigos de una construcción social que invita, provoca y desata una exclusión masiva, una etiqueta de barra que llevamos todos en nuestra piel, lengua, conducta y demás señas que ponen en evidencia de dónde vienes y quien eres. Recientemente asistí a la exhibición de un filme llamado: “Prometeo Deportado”. Tema abordado, el pan nuestro de cada día, dime en donde naces y te diré como estigmatizarte. Nacionalidad: ecuatoriana. Recomendable cien por ciento.

Soy latinoamericana de nacimiento me he quedado sin aire prácticamente inflando el globo en el cual he viajado toda mi vida de inmigrante de pueblo en pueblo. Mis orígenes me marcaron desde siempre, me debato en el amor a mis raíces y mi búsqueda por incluirme a toda costa en otros grupos legalmente más protegidos. Habito en un continente desunido donde el indio, el mestizo, el mulato, el negro y el dizque blanco vivimos en una suerte de caldo, o sopa multirracial y pluricultural. Sigo en mi lucha eterna de que mi código de barra pase los controles que yo decida traspasar.

El helio de muchos globos que intentan entrar a otros espacios no es suficiente para ascender y burlar las limitaciones , prohibiciones y restricciones de los estados y sistemas que abusan y violan la dignidad humana. Costosos son sus trámites, sus procesos diseñados para que los obstáculos venzan la tenacidad de cualquiera, y seamos tragados por la letanía de una espera al solicitar visa para viajar.

Las gotas de sudor y las lágrimas de los sudacos y sudacas (término despectivo) peyorativo usado por algunos al referirse a los inmigrantes sudamericanos han enriquecido las lluvias caídas en nuestro pobre planeta que hoy más que nunca nos pasa la factura a todos por igual. El efecto invernadero nos asfixia, la cúpula que nos cobija se resquebraja, sus grietas muestran la lucha de nuestra gran casa por querer proteger a sus excluidos y que podamos hacer el viaje de nuestras vidas, aquel que nos aproxime y situé en una plataforma donde el despegue sea un lanzamiento efectivo y no simulado. Que el horizonte se vea visitado por miles de globos de todas las tonalidades cuya carta de navegación les lleve a las experiencias más enriquecedoras reales y no virtuales.

Single with dogs



Las fotos antes expuestas son tomadas en la Ciudad de San Francisco California en el barrio gay.

Las tome en una tienda donde venden estas camisetas como souvenir y quede impresionada con el mensaje que trasmiten. Coincidentemente trabajaba en el borrador de este texto que estaba en la fase final de su redacción, dándole los toques finales. Estaba a punto. Y las fotos vinieron como anillo al dedo. Estoy segura que al verlas una leve sonrisa provocaran acompañada de un gesto de asentimiento como dando por hecho la realidad que ellas nos regalan. Reírse ante lo obviamente obvio es saludable.

A mi juicio nunca antes una frase se vio tan sustentada demográficamente como esta: “El perro es el mejor amigo del hombre” ¿Saben de donde salió semejante afirmación? Pues les cuento que sus orígenes se remontan a un alegato hecho por un abogado llamado Mr. Charle Burden Vest que la expuso en su oratoria en defensa de un cliente que había perdido a su mascota porque su vecino al asesino, los hechos ocurrieron en E.U.

Cuenta la leyenda que su discurso fue conmovedor y que los asistentes lagrimas en mano asistieron a la fundamentación más ardiente escuchada en Corte alguna sosteniendo que esta especie mamífera domestica es la más fiel en la relación con los seres humanos. Una tesis que exalta las cualidades de la personalidad perruna. Porque de que tienen personalidad no cabe la menor duda. La raza los distingue apuntando hacia unos más cotizados que otros, unos más chic que otros.
Documentándome sobre este particular y echando mano a la información a favor de esta aseveración recordaba los votos que se hacen al renovar las relaciones matrimoniales, citando la lealtad ante la prosperidad y la pobreza, la fidelidad ante la salud y la enfermedad, la presencia canina ha dado fe de acompañar a la mano que le da de comer bajo cualquier circunstancia y obstáculo. E incluso muchos evocan la presencia del guardián fiel hasta en el último adiós a su amigo desaparecido.

Muchas historias desde el hombre primitivo cuentan esta relación que ha sido tema en las artes cinematográficas, en la literatura, en el área de la rehabilitación física y mental. En los deportes y otros. Su intervención en tareas de salvación de vidas es definitiva. Los canes de la mano de expertos rescatistas han sido protagonistas en innumerables desastres naturales. Sus ladridos ha sido un rayo de luz que ha llegado como símbolo de un rescate en las tiniebla en la pantalla grande, la chica y la misma realidad que lamentablemente supera la ficción del séptimo arte.

La lista de sus beneficios es inestimable, los testimonios hablan por sí mismos, se prescribe su uso como un medicamento milagroso a lo largo de la infancia, juventud y demás etapas. Compañía inigualable para ciertos grupos de personas que enfrentan momentos difíciles como los divorciados, divorciadas, viudos y viudas, jubilados y jubiladas. Su entrañable compañía permite mantener un dialogo en voz alta sin correr el riesgo de que tilden de locos a sus dueños. Poseerlos es recomendado por psicólogos, terapeutas y otros especialistas dedicados a lidiar con los problemas de recuperación ante alguna discapacidad, perdida y otros males en sus pacientes.

Las décadas del siglo pasado y lo que corre de este han marcado un antes y un después en este tema. Un ayer y un ahora. El pasado ha servido de base para que el presente sea de alguna forma lo que ha quedado plasmado en mi flash.

Los estudios de mercadeo indican a los solteros y solteras como el target predilecto para el sector de la industria canina. El bum de la neo soltería, ha elevado el “síndrome de la cama vacía” cuyos efectos secundarios indican que sería menos invasivo al tener por compañía el calor de un hocico a media noche dentro o al pie de la cama. El fenómeno cada vez mayor de las parejas que optan por prolongar cada vez más la llegada de sus hijos ven con una opción menos comprometida esta relación con su mascota. Las estadísticas muestran un descenso en la tasa la natalidad infantil y un aumento de la “competencia” sin afán de ofender. Los últimos censos realizados ofrecen cifras que el hot dog brinda a los hogares una energía afectiva que favorece el no recalentamiento del clima global.
Los indicadores de calidad de vida de este grupo top muestran un desarrollo considerable, una mortalidad más baja, y un acceso a un confort que con los días ha alcanzado niveles de sofisticación impensables, la crisis económica y consecuentemente la emocional ha aumentado la búsqueda y compra de este “producto” que se vende en plazas, esquinas, tiendas legales o ilegales. Y que en muchas cartas a Papa Noel encabeza las peticiones. Antes nadie quería una vida de perro, en cambio, ahora muchos quisieran tener la vida que tienen muchos de estos animales.

En el presupuesto familiar se hace un esfuerzo para incluir en los gastos básicos los productos de su dieta alimenticia, higiene, belleza y la salud. La industria y el comercio que ofertan esta línea de consumo han visto como sus ventas han aumentado y han producido cada vez más objetos que satisfagan los caprichos de una demandante población en ascenso. Las exigencias son muchas y ni que decir de la apertura de locales que brindan servicios VIP totalmente expandidos y muy especializados desde un buen corte de cabello y unas , un buen baño incluyendo aceites y demás. El look de los panas del alma al salir de los salones de belleza hacen que muchas miradas se volteen con una expresión que ronda la i incredulidad y la bobería y los piropos son de un alcance tan tierno que poco falta para oír un gracias en vez de un grr, guau, gua, arf.

Nada de esto es una novedad, ya es una realidad. Para los que los tienen y para los que aun no caen en sus redes. Algunos sistemas jurídicos en varios países desarrollados brindan una protección, un abanico de derechos que ha marcado una actitud ciudadana respetuosa tanto de sus derechos como de las obligaciones que corresponden mantener en espacios públicos y privados. El maltrato se considera como un delito y corre con la pena del caso. Los grupos que se ocupan de velar por el cumplimiento de esta legalidad la tienen más fácil con esta especie que con otra. Estas políticas han tenido un mayor eco en algunas sociedades y culturas que en otras.

Los jóvenes estudiantes y profesionales con perfiles de capacitación alta y que han podido al egresar de sus estudios independizarse del núcleo familiar están engrosando las filas de los solteros de oro en las capitales de las ciudades más desarrolladas. Y han optado por un estilo de vida en el cual la presencia de esta especie es un sello de distinción. Es casi un requisito que para ligar, para conseguir pareja de cualquier orientación sexual se hace imprescindible llevar de la mano la correa que anuncie que por compañía haz decidido adoptar uno de estos. El guauu puede ser el preludio de una cita como comienzo de un romance y de un quieres casarte conmigo?

La soltería dejo de ser un estigma, es el estado civil que está de moda. Todos y todas tienen su pequeño de la mano. En los parques ya se ven más perros que niños y niñas. La creación de hoteles, guarderías y otros centros dedicados al cuidado de los hocicudos que cuando sus amos se ausentan por motivos de trabajo o vacaciones no se estresen al pensar que les dejaran en manos extrañas. Las nuevas parejas que se dan el SI te quiero detrás tienen el fondo musical de un guaauuuuuuu que muestra un amor eterno. Una fuente de empleo ha venido a ayudar al desempleo actual relacionada a esta línea de prestación, son los cuidadores, guías, entrenadores de estos afortunados que reciben una educación a prueba del no fracaso en su dizque educación inicial.

Cuenta un chiste que en un perro entra a una oficina donde hay un cartel que solicita los servicios de un secretario bilingüe y experto en computadoras. Con su patita señala al empleado que viene listo para hacer las pruebas necesarias. Llena los formularios y aplica al puesto. Se sienta frente del ordenador y comienza a usar los programas con mucho éxito. Finalizada la prueba el señor le explica que si que se ve su dominio pero que el problema es que tiene que saber idiomas, debe ser bilingüe. Van juntitos a ver al gerente y este dice que lamentablemente no lo pueden aceptar. El perro al oír esto, tose , se aclara su garganta y dice claramente. MIAU.

Y el último chisme que circula es que los centros de altos estudios están preparando títulos en las maestrías para ser entregados al fiel friend que ha cursado al pie de su dueño también los difíciles estudios. La buena noticia es que hasta ahora no cobran por dejarles entrar a las aulas y emitir el titulo.
Nada que nos toca decir, al que Dios se lo dio, San Pedro se lo bendiga. Yo por ahora sigo con el lomo de mi mejor amigo en mi cabecera, una luz tenue ilumina sus páginas abiertas que me invitan a degustar una buena historia con tinturas de sueños alcanzados.