sábado, 6 de marzo de 2010

Back to Chuta

Tener en la punta de la lengua una palabra que exprese nuestros estados de ánimo es ley para sobrevivir al estrés globalizado que corre en este siglo. En lo personal tengo preferencia por un par de ellas y particularmente por una que sin esfuerzo alguno asoma al umbral de mi cavidad bucal con absoluta facilidad. Danza a toda hora entre mi silabeo en ocasiones hostil, a ratos de reclamo y frecuentemente de felicidad.
Fui una niña bien hablada, nada de palabras malas, ni dichas ni repetidas. Lo tengo claro porque mi tia y mi madre me lo dejaron claro nada de malas palabras si quería pasear y recibir uno que otro regalo. Fui buena para entender las relaciones de negociaciones entre mayores y niños. Callar y recibir. Ya para mi juventud y fuera de la sombra familiar el lenguaje popular, lo prohibido, lo grosero se hizo presente en mi fraseo cotidiano. El sabroso “ÑO” llegó para quedarse, y hasta hoy no soy quien soy si mi alegría, mi enojo, mi contrariedad, mi asombro no se engalanan y se pasean por la pasarela bucal al ritmo de adjetivos como carajete, miér.. coles y el coño tan cubanísimo como nuestra palma real.
Mi patrón cultural así lo demanda, nada de hacerme la educada, la fina, nada de eso, no digo otras groserías, porque no me apetecen, le echo mano de manera absolutamente inconsciente a esta trilogía dizque obscena que no aplican a las ligas mayores. Para mi adultez llegué no a otro mundo, sino a la mitad de este donde obviamente la paella tiene otros ingredientes. Y desde ese momento hasta ahora una de mis preferidas, una de mis nuevas galas es chuta. Breve, sonora , llana pero no por ello pierde su fortaleza, sus curvas. Para muchos y para mi chuta resume lo habido y lo por haber.
Para algunos sudamericanos el chuta tiene varias movidas, al revisar Google supe la variedad que ofrece esta bisílaba cargada de humanismo, porque en lo personal rescato el lado antropológico de las mal llamadas malas palabras. Malas por qué? Esa tarea se las dejo, para mí son buenísimas, vienen al rescate, llegan a ofrecer a los inmigrantes como yo la posibilidad de incorporar a nuestra identidad parte del hacer cultural de los pueblos. Las clasifico como lenguaje terapéutico, cuanta energía liberamos al decir chuta, o chutaa, o chuttaa madre!!!tal cual en situaciones donde se ponen a prueba nuestros indicadores de buena o mala gente.
El chuta llegó a nuestro argot para instalarse, ha sido y es parte de mi familia durante diecinueve años. Mi hija es hija del chuta. Gracias Ecuador por darme el sinónimo del ÑO, gracias quiteños por brindarme la cadencia de decir CHUTA. Regresamos a los Andes queridos y aquí estoy de cara al Cotopaxi, al Cayambe, al Antisana, y digo chuta, mira que son hermosos estos nevados.
Solo un comentario final que para estar a la moda juvenil quiteña debo de agregarle a mi chuta querido, un FULL, porque uno de los cambios que encuentro al regresar a mi Quito es que no nos es suficiente asi solo sino que debemos decir FULL CHUTA y así es más chuta que el chuta en sí mismo. Que manera de hacer de nuestra América una América para todos. Y para rematar no hay nada mejor que escuchar de boca de una gringuita de intercambio la tan simpática frase, cuando le pregunté cómo le fue en Montañitas y me respondió sonriente : Full chuta.

Y acá estamos presa de la burocracia gubernamental esperando nuestro visado para traer nuestro contenedor porque hemos decidido vivir más cerca del chuta quiteño y aunque necesitamos visa prácticamente para todo, eso sí nos hemos ganado el permiso después de vivir acá diez años de gritar a voz en cuello: chutaa no frieguen tanto.
Sin lugar a dudas al consultar la guía al visitante uno de los tips que deben aparecer para una exitosa experiencia al aterrizar al aeropuerto Mariscal Sucre en caso de algún inconveniente con las autoridades migratorias es : ñañito qué pasa pues chuta…………………..y como decía la abuela de una amiga: chuta paciencia y buen humor para vivir en el Ecuador.
Welcome chuta, made in Ecuador