domingo, 2 de mayo de 2010

QUE MORIR POR LA PATRIA ES VIVIR

Nadó hacia lo más profundo de su alma. Sintió que estaba a salvo, su alma era un sitio seguro, que lo cobijaba, ofreciéndole seguridad , calor y la absoluta posibilidad de tomar decisiones que cambiarían radicalmente su vida. En sus entrañas sus sentimientos se daban cita amasando sus miedos, sus ideales y su proyecto de vida. Entrecerró sus parpados semi inflamados y se dijo que allí podía permanecer un buen rato, que sus inquietudes podían beber y quedar satisfechas , que sus atormentados pensamientos podían dormitar allí en las profundidades de su ser, donde la entrada estaba totalmente prohibida . Estaba dispuesto a compartir todo excepto su alma. Quería quedarse allí agazapado, protegido pero su voluntad no estaba dispuesta a ceder.
Y siguió nadando. Al inicio fueron brazadas cortas, la distancia entre una y otra le permitía sacar de cuando en cuando su rostro y aspirar el aire fresco de su espíritu renovado. La respiración era rítmica, pausada, controlada. Su cuerpo recibía cada bocanada con total agradecimiento que le ofrecía la dicha al llenarse de cierta alegría celular, de cierta buenaventura física. Era fuerte, siempre lo había sido, era prácticamente el legado que su raza a golpe de tambores le había dejado.
La salinidad enrojecía sus ojos, le pelaba sus labios, su alma ya sabía de esos sabores salinos, de esos sinsabores que vienen al degustar, al ser mordido por la amargura de los regímenes anti democráticos. Tenía llagas a flor de piel que le brotaban al asistir a tanta injusticia. La no justicia le era muy conocida, le era tan familiar que no supo cuanto de ella se le había metido, se había apoderado de su interior hasta hacerle decidir dar su vida a favor de la libertad . No era valiente, no quería demostrar lo que no era, pero si era consciente de que nadar lo alejaba de un pasado no muy lejano donde la esclavitud era tan opresora como hoy día. Había aprendido lo ensangrentado del yugo desde que sus ancestros habían llegado a la isla, encadenados y desde ese entonces decidió a través de otras vidas no vivir la vida de ellos. Decidió que esas cadenas jamás le harían perder el sentido de la vida.
Podía sentir los latidos de su corazón como látigos en su piel, al sumergirse en sus profundidades lograba sacar fuerzas para seguir adelante, había dejado de alimentarse en ocasiones anteriores, en muchos momentos ya el hambre le había visitado, había sido su huésped, se conocían. Pero ahora era diferente sentía que la sangre de un hermano de lucha le comprometía aún más a enfatizar su decisión de permanecer en huelga de hambre hasta tanto no liberaran a los 26 opositores encarcelados. En todo caso él seguiría nadando en la absoluta inanición.

Y como nunca antes padeció el desgarramiento absoluto entre lo físico y lo espiritual, eran partes del todo, pero su cuerpo se iba paralizando de a poco y su espíritu cobraba alas, alas que ya sobrevolaban ciudades, países, otras latitudes donde su denuncia proclamaba la decisión de que morir por la patria es vivir.
Cuántos muertos debe ofrecer la patria para ser escuchada, cuantas victimas deben enterrar los pueblos, cuantas madres deben sepultar a los suyos para que sea escuchada la gran patria la de todos. Con cuanto silencio somos cómplices, con cuanta indolencia masas enteras enfrentan las realidades que a gritos denuncian la violación de los derechos ciudadanos. Mientras los presidentes electos y reelectos y los dictadores ignoran que hay hombres y mujeres dispuestos a morir y a escribir en nombre de la patria.
El Sr. Guillermo Fariñas morirá si es el caso. Dara su vida por Cuba. No es el primero ni será el último opositor en hacerlo. Asistimos a su decisión de sumergirse en lo más profundo de sus convicciones para que estos le nutran, para que estos alimenten su travesía, sustenten el viaje hacia una muerte decidida y no impedida por aquellos que pueden detenerla.
Que la sumisión no nos ate al yugo de la dictadura, que vuele, que se yerga su cuerpo exhausto, que se sostenga sobre todos nosotros los que oramos porque el sacrificio de tantas vidas encuentren en la historia el testimonio que de fe de que los hombres oprimidos llegado el momento se revelan y dan muestra de lo noble de su proceder. Que su decisión sea respetada no juzgada.

Y que se le permita morir de cara al Sol. No me pongan en lo oscuro a morir como un traidor yo soy bueno y como bueno moriré de cara al sol. (José Martí)

Que la luz, el sol ilumine la hora final del Sr. Fariñas y que su decisión ayude a que la venda que ciega por decisión propia a muchos hombres y mujeres caiga ante la condena infalible del tribunal de los pueblos libres.
Mis respetos en vísperas de celebrarse el Día de la Madre el próximo domingo nueve de mayo a todas las madres cubanas que lloran la muerte de sus hijos, a las ciudades cubanas que son testigos del dolor de sus ciudadanos y a la tierra que recibe en sus pastos los cuerpos ofrendados . Porque con la muerte de cada cubano o cubana Cuba sufre y llora, sus lágrimas bañan sus costas y purifican dignamente el historial libertador que la enlutece.