sábado, 13 de junio de 2009

Haciendo zapping

Con total seguridad tener el control remoto o el mando es un placer que produce las más placenteras sensaciones. Desde esa que nos viene al entrar en contacto nuestra mano con su forma rectangular que se adhiere a nuestra palma diestra así como anillo al dedo. O al sentir que es todo nuestro y por lo tanto podemos retenerlo, hacerlo prisionero y doblegarlo a nuestros deseos. Hasta la satisfacción de ir presionando botón tras botón, pasando cuanta imagen posibilite nuestro programa de TV cable sin detenernos en nada especial, mientras nuestros pensamientos danzan al ritmo de nuestras retinas tele expectativas.

Y ni hablar de esa sensación liberadora que nos posee al decidir qué vemos, qué elegimos, cuánto tiempo le damos de vida a tal o cual imagen y cuándo pasar de canal sin darle la mínima posibilidad al resto de los mortales de procesar lo que desfila delante de sus narices y que entra directamente del plasma televisivo al plasma humano. En todo caso aún recuerdo qué hacíamos antes del alumbramiento, antes de que viera la luz este facilitador del cambio por el cambio. Este pequeño objeto que su tenencia proclama a los cuatro vientos un máximo de status hogareño.

Nací iniciados los cincuenta y ya para esos abriles se disfrutaba de la presencia de la televisión en nuestro terruño, de este descubrimiento tecnológico que vino para quedarse y ser un miembro protagónico de todas las familias, que llegaba para ser muy querido, valorado y en muchos momentos portador de las más apasionadas disputas caseras, este trasmisor de las más ardientes imágenes que desatan lágrimas, risas, cólera y felicidad.

Como ningún otro aparato electrodoméstico logró desde sus inicios hasta nuestros amaneceres reunir a su alrededor a todos sus tele maníacos, bien juntitos los unos de los otros, pendiente del reloj como nunca, retando los límites de la democracia interfamiliar de decidir qué programas ver o cual no. Suscitando una votación difícil de consensuar Cuestión que era más fácil en aquel entonces cuando sólo la oferta venía en un paquete de cuatro canales. Y los controles formaban parte del diseño intrínseco a su modelo.

Permitiendo hacerse presente todo tipo de gentilezas que daban paso a actitudes más amables y que permitían que la armoníavisiva visitará la atmósfera doméstica. Se cedía a los mayores el privilegio de disfrutar de sus programas favoritos y los más jóvenes quedábamos en los segundos puestos para una espera que se hacía eterna con el riesgo total de perder la cita tan ansiada. Y los peque éramos los llamados a adelantarnos hacia la pantalla hacer el cambio manual amén de recibir por agradecimiento un buen cocotazo.

Y sin darnos cuenta este anfitrión, este dueño de casa repentinamente se fue apropiando de cuanto espacio físico y emocional le fue permitido y negado. Se ha vestido de muy diferentes galas y con una amalgama de diseños ha ido ocupando sitios muy diferentes, desde la sala originalmente cuando era compartido y mostrado como el trofeo más valioso de todos, hasta llegar a los rincones más íntimos y con los vientos que corren ha llegado a tener un ambiente propio, que la sala familiar, que el florida, que el estar son algunos de los títulos honorarios que denominan el altar para tan ilustre patrimonio familiar.

Pocos escapan a sus encantos, es un fenómeno que atrapa con sus ofertas a todos los grupos etáreos, con horarios que privilegian a unos y a otros, que hablan a favor de una tele audiencia infantil, otras más joven y otros a grupos más adultos, en todo caso su menú nos llega en una carta bien diversa que satisface a paladares multiculturales y que sus alternativas en última instancia nos ofrecen la posibilidad de elegir o no degustar sus manjares.

Y así vamos por la vida haciendo zapping, que tres enter, que veinticuatro enter, que sesenta enter, que noventa y ocho enter, y así dale que te pego. Y esta multiplicidad de variantes me lleva a pensar en un pasado no muy lejano donde personalmente sólo mi opción eran dos entradas ,seis enter, y dos enter, dos vías de acceso a programas que ya venían etiquetados, de esos prefabricados, totalmente diseñados cuyo texto, imagen y sonido hablaban del sistema y prosistema. No tuve alternativas , no tuvimos prestaciones, nada de deleitarnos primeramente con un exuberante appetizer, un apetitoso plato fuerte y un excitante postre. Y ni soñar con un refrescante cuba libre.

Al dar las seis de la tarde, hora oficial en que la programación televisiva entraba al compás de nuestra marsellesa quedaba claramente expuesto que los intereses, tendencias, inclinaciones, preferencias individuales o como nos guste llamarles quedaban sin ser saciadas, el hambre, nuestra hambre quedaba tan hambrienta que no nos quedaba otra que echarle mano a eso que dicen que a falta de pan casabe. Comí pan de yuca por treinta y seis años. Por eso hoy y todos mis días rindo homenaje a todo lo que me haga saborear la libertad que en muchos casos nos ha costado un Potosí.

Se dice que más grande que el amor a la libertad es el odio a quien te la quita. No puedo evitar que mi reflexión introspectiva se incline a celebrar todos los adjetivos que visten y dan alas a esta categoría o concepto, a esta estatua, a esta mujer que en sus primeros pujos nos tuvo a todos, somos sus hijos libertados, unos que han podido ejercerla desde sus primeros llantos y otros que la hemos conocido sin represión mucho después de haber gritado por vez primera. Y ahora con mi control remoto en mano decidiendo qué ver y que no, una acción tan simple, tan de rutina es a mi modo de ver un primer ejercicio democrático, son los cimientos para ir zapping tras zapping construyendo la coordinación pensamiento-acción que como un abanico de opciones, posibilidades, alternativas, variantes, ofertas o cuanto vocablo hable a favor de aires y vientos liberales y que permita que una vez paladees tu salto anfibio nunca más dejes de croar.

Y como la comida entra por los ojos, según dicen es menester poner ojito y cuidar de nuestra dieta mediterránea perdón batracia, que exige entre otras cosas no consumir “censura ” un ingrediente que según los especialistas entra al fluido sanguíneo produciendo los niveles altos del LDL ( colesterol malo) y de los triglicéridos.
Vaya que digo yo que estar free informado es como estar bien alimentado. Crok, Crok, Crok cantaba la rana, crok, crok debajo del agua………..

2 comentarios:

  1. En una pelicula decia el personaje principal (chica joven, soltera y sin compromisos) vivo sola, tengo una casa, un gato, .. ahhh y el mando del televisor para mi sola"

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  2. Benditos tus monologos que nos trasportan a tiempos no muy lejanos, de tierras llenas de arena y de sal, sigue con ellos para poder entender estos tiempos de trscurrires lentos pero tambien muy rapidos...sigue con ellos , llevandonos por tus recuerdos caribeños y a tus sentires y vivires...
    Desde el otro lado del mar caribe los seguiremos esperando y leyendo!
    Besos, tu lectora colombiana

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Puedes leerlo, hacerlo tuyo, interiorizarlo y espero tus comentarios.