jueves, 8 de enero de 2009

Más allá del horizonte

Lo que mas me gustaba del viaje en el bus por el litoral era ver hacia el fin del mar, hacia la linea perdida a lo lejos, cuando el mar cambia su tonalidad de azul palido, ingenuo, y tranquilo a profundo, peligroso y lejano, solia perderme mientras el bus andaba por unas calles envejecidas y sucias por eso nunca miraba por mi izquierda, hacia ese lado estaba el deterioro, estaba la ciudad mis ojos siempre estaban pendiente del lado derecho, el del mar, el del infinito, el lado donde para mi estaba lo desconocido, el lado de la esperanza. Asi que buena parte de mi juventud la hice mirando hacia ese lado. Años despues perdi ese lado de mi vida, el mar se fue junto con otras muchas cosas . Al inicio de mi viaje, en plena batalla de adaptacion emocional comence a pensar en la relacion directa entre el horizonte y la esperanza, algo asi como una condicion, lo uno lleva a lo otro, sin lo uno no existe lo otro, qué pasa con aquellos que nunca ven el horizonte, el amanecer plano, donde los ojos se pierden y puedes volar, donde no llega ningun sonido solo aquel que vos permite y es generalmente alegre, donde los colores son vivos, donde las ventanas se abren y la gente camina a ritmo de mambo , yo era tan joven.......... las aguas fueron sustituidas por inmensas montanas, volcanes, dias helados y grises, los ojos no sabian qué mirar, se perdieron en la búsqueda de lo infinito del azul y poco a poco muy lentamente perdi mi escenario maritimo y aparecio el andino!! Qué hace una isleña en los Andes,? como se transforma lo ajeno en propio, como se vive de cara al muro verde que dia a dia tenia delante, ahora muchos pero muchos anos despues mis ojos me hablan de la similutud del oceano y el cerro, y hasta me parece divertido encontrar puntos en comun, como por ejemplo la arrogancia entre ambos, el uno inmenso y a punto de tragarte el otro pendiente de tu mal paso para quedarte con vos en sus entrañas en cualquier caso los dos te tragan, es cuestion de amarlos u odiarlos, me he quedado con la primera opcion, amo a los dos profundamente, y los dos me enseñaron una de las grandes lecciones para mi alma, primera leccion, que tu alma sea tan cultivada y fuerte que te permita atravesar la roca, el crater, el torrente, el manantial, y finalmente puedas ver el horizonte y que al llegar tu corazon vuelva a sentir la esperanza de la vida y gozar a plenitud de la posibilidad de ser libre en cualquier sitio donde tu este te lleve.

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