miércoles, 28 de enero de 2009

Ciudades y Mujeres


Definitivamente me gusta pensar que en mi anterior vida fui una Ciudad!! de esas joyas abiertas al mar, de esas que su luz ciega las pupilas de propios y ajenos, de esas que pegadas al océano o a los cerros paren y paren a sus mejores hijos, porque si algo tenemos en común las ciudades y las mujeres es el amor maternal, es esa bendición de llevar en lo más íntimo a nuestros retoños. Tu ciudad es tu primer amor , no lo sabes quizás hasta que la abandonas, hasta que le dices adios hasta que dejas el nido y haces el corte umblical que es cosa seria, lo digo yo que al igual que muchos no veo a mi amada ciudad hace mucho más de lo deseado, pero el no vivirla no ha hecho que mi amor disminuya, todo lo contrario, puedo cerrar mis ojos y recorrer sus calles, puedo olerla, puedo perderme y de hecho estoy perdida en su cadencia, en sus toques de tambores que son un llamado a mantener la alegría cueste lo que cueste.
Las ciudades como nosotras levantamos las más ardientes pasiones y como el buen vino se disfruta mejor mientras más añeja se pone. Hay ciudades jévenes y viejas como cualquier mujer, hay ciudades declaradas patrimonio de la humanidad como la mía donde sus arrugas declaran su sufrimiento, su abandono, delatan el paso del tiempo por sus muros, como cualquier mujer mi ciudad llora por los ausentes y vibra con los presentes, mi ciudad alumbró a mi hija también, así que le debo todo lo que somos, nos unio como familia y nos ofrecio un rayo de su riqueza, de su orgullo, las ciudades como nosotras son faros en la vida familiar, la luz que emana de ellas guía a todos su rebaño, le da como lo hace un buen arbol las raíces para que su sentido de pertenencia se desarrolle cual flor naciente. Nosotras como las ciudades nos mantenemos de pie a pesar del paso de tormentas, huracanes, terremotos , desgracias, las ciudades son recostruidas por nuestras manos, le entregamos a nuestros hijos como muestra de amor para que luchen por ella, le defiendan y amen como le amamos, un amor que no conoce de condiciones, un amor que sí sabe de penas, que sabe de sacrifios.
Hay ciudades tan generosas que albergan a hijos que no tuvieron, los adoptan como nosotras porque el amor maternal no sabe de tésis genéticas, a mi en lo personal me han adoptado más de una ciudad, le he declarado mi amor a muchas de ellas, y me siento hija de muchos pueblos , costeños, serranos, pobres, perdidos en el horizonte, soy hija de corazón de muchos sitios en algunos caso ha sido amor a primera vista en otros primero las he odiado a muerte y poco a poco, muy despacio me han mostrado lo más oculto de sus grietas y me han permitido irme quedando ahí , en silencio, me gusta seguir pensando que las ciudades y las mujeres somos una, que en esta relación se une el fuego, el viento, el agua y la tierra para dar los mejores frutos que jamás vio conquistador alguno, me gusta pensar que Neruda, el poeta ; que tenía como uno de sus hobbis coleccionar mascarones de proa, esas mujeres hechas de diferentes materiales que van justamente colocadas en el punto más arriesgado de la embarcación, y que representan un arte ya perdido,pero que su figura rinde homenaje a nuestro género las puso en su casa de Isla Negra en Chile como tributo a las musas de sus obras, y me hace ilusión que al coleccionarlas de alguna manera sabía que esas figuras son las primeras en entrar a las costas de las ciudades, entran abriéndose paso entre la bruma,entran sonrisa en mano y dando paso como buena anfirionas a los hijos de otras tierras . Y se funden para siempre mujer y ciudad, ciudad y muejer.................

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