domingo, 22 de marzo de 2009

Cumbres Borrascosas

Llegar a la cima de los picos nevados cuesta. Es toda una hazaña, una proeza física y emocional.
Exige un entrenamiento fuerte y continuo y después de varios intentos, de muchas escaladas parciales y de un profundo sentimiento grupal, de team que favorece a que algunos lleguen a donde pocos hemos logrado arribar. Se llega literalmente con la lengua afuera. Jadeando. Después de días y noches padeciendo el famoso mal de altura conocido como “soroche”.

Los rostros de fatiga y alegría delatan a los escaladores, el agotamiento y la felicidad son una combinación que queda atrapada en las fotos colectivas de esas que hemos visto más de una vez en los magazines y que los perpetúan como conquistadores de las alturas.

No pude resistirme al ver la foto familiar del G 20, del grupo de los más ricos, colgar en mi podio mi reflexión sobre el tema. Algunos de los participantes llegaron de la mano de las primeras damas, otros con sus discursos en su diestra. Y pienso cuánto esfuerzo hicieron cada uno de ellos en su mirada hacia arriba, cuánto jadearon en su empinada aventura. Pues no me atrevo a juzgar, me faltan elementos técnicos. Pero a lo que sí me arriesgo es a no dejar pasar por alto, no dejar de cuestionarme la efectividad de la escalada en esta Cumbre. Porque esta como ninguna otra la hemos escalado todos.

Muy esperada la presencia del novato, de Mr. Happy Face, su primera aventura alpina lo delataba. Con cuánto oxigeno llegó, pues pareciera que sus pulmones, digo sus tanques de este preciado elemento están bien abastecidos con algo de ingenuidad, frescura y un don de la palabra reconocido y aplaudido como a ningún otro. Fue el deportista más aplaudido pero no por eso el más optimista. Que a esperar cuatro años o más nos dijo para ver quizás alguna mejoría en el paciente más grave del mundo. Nuestra economía.

El resto de los cumbristas ya más cancheros en esto de las poses, los poseídos y los desposeídos, trataron de pegarse uno al lado del otro para aparecer delante del flash sonrisa en boca diciendo whisky, perdón quise decir crisis.

Los que hemos subido algunas montañas, volcanes, cerros y demás gigantes sabemos que si bien es cierto al menos en mi caso que nunca he podido llegar a la cima y que me he quedado en el segundo refugio del Cotopaxi y del Cayambe, cumbres ecuatorianas. El hecho de no llegar no quita el mérito de haberlo intentado. Y me digo yo que de alguna manera u otra todos hemos asistido a esta Cumbre más que borrascosa. Porque no han faltado nieblas, vientos, tempestades y paros que lo testimonien. Hemos llegado unos cegados y otros queriendo abrir los ojos.

Unos en las calles protestando, otros detrás de las pantallas y otros en las poltronas de cuero y me queda claro que nosotros las víctimas de este despelote, de este desmadre financiero hemos subido a esta G 20 unos como tercermundistas, otros como primermundistas y la mayoría sin mundo, desmundados porque muchos ya ni mundo tenemos porque entre otras cosas, tanto afán por enumerar las riquezas unas propias y otras impropias, nos han dejado sin rating para clasificar.

Y lo que salta a simple vista es que todos los desmundados sin excepción hemos trepado la cumbre más importante de todas, unos con los dientes afuera y otros con el cuchillo en la boca. Y entre jadeo y jadeo hemos logrado clavar la banderilla a cinco mil metros o menos, que más da. La altitud que hemos alcanzado en nuestra carrera está en nuestros trofeos y medallas humanistas. Este siglo lo recordaremos como ningún otro con total seguridad, entre otras cosas porque entrará al libro de los record Guinness con el crédito del Monte Crispánico, el más visitado por la bancada mundial. No me cabe duda que saldremos de esta, como se dice el hábito hace al monje, nos haremos costumbristas o cumbristas, me acecha la duda.

Por ahora estoy aquí disfrutando de una imagen bien vieja que guardo en mi memoria y es en mi juventud por allá en la década de los ochenta, yo subiendo en mi isla querida el Pico Turquino en Santiago de Cuba, mi primera pirámide y me ilusiona pensar que esto de asistir invitada o no a estos eventos le sirve a uno de experiencia y en mi currículo ahora podré acreditar: Participé en el G 20 del 2009. En calidad de cumbrista.

Y como dato curioso cuentan que hubo un gran ausente a esta Gala, según los cotilleos del mundo de la moda y las revistas del corazón que no hubo diseñador que quisiera vestirla por su estado tan precario llegó asfixiada. Su butaca vacía recordaba a todos su ausencia y su identificación con letras ensangrentadas: Miss Economía (residente de los llamados paraísos fiscales). Y el parte médico declara: Ausente por su estado grave. Su condición “reservada” hasta los próximos cuatro años. Si como lo oyen 2013!! Y va que jode.

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