jueves, 5 de marzo de 2009

Desde mi género

Conozco los amores y desamores del llamado sexo débil desde sus profundidades, practico la femineidad desde que nací, soy afiliada al sindicato más fuerte que la humanidad y la clase social conocen. Soy mujer desde siempre, mucho antes de nacer, he pagado y pago mi cuota mensual por mantenerme activa, afiliada, he pagado y pago los costos que conlleva militar en semejante partido. Un partido que se encargó en mi caso y muchos otros de partir por la mitad las agresiones recibidas por el hecho de ser mujer y el placer de declararlo.

Conocí de la existencia del Punto G mucho después de haber conocido y visitado mi clítoris. Conocía mi género mucho antes que mi sexualidad, como partes separadas, como partes contrapuestas, prácticamente fui asexuada hasta mi juventud, mis intentos de autoexploración terminaban aún sin iniciarse por lo del pecado concebido, de modo tal que el primero llegó inicialmente entre juegos y juegos, siendo mamá de mis primeras hijas, siempre tuve muñecas como hijas, nunca hijos, nunca me pregunté por qué; ese tipo de inquietudes surgieron mucho después.

La actividad lúdicra como aprendí a llamarla en mi juventud cuando la universidad fue mi domo me permitió convertirme en madre, tía, maestra, y otras ocupaciones que entre risas y risas fui remedando y asumiendo desde pequeña. Porque mientras jugábamos aprendíamos lo socialmente aceptado de nuestros modelos.

El espejo: nuestro fiel aliado días sí y otros también , como en los cuentos infantiles, me regalaba la imagen de una niña que imitando las figuras más próximas dentro y fuera de mi familia crecía como una más, mi familia está plagada como buena especie sólo de mujeres . Somos m@s que ellos. Así de simple.

Transité los caminos de mi infancia como las chicas de mi época, de la mano de mi madre, mis tías, hermanas y amigas, para cuando crecí mis abuelas ya habían muerto. Poco a poco me fui convirtiendo de alguna manera en la palma real que soy hoy, porque confieso que si me dieran la posibilidad de ser un árbol, elegiría por razones obvias ser una de esas palmas reales que forman parte de la naturaleza de muchas ciudades entre ellas la mía. Ser altiva, delgada y coronada con una especie de cabello largo, frondoso cuyos movimientos hablan a favor de una mujer salvaje, indomable. Confieso que es una de mis fantasías. Romper el cielo con mi silueta.

Desde mi imaginario femenino he disfrutado los escenarios más conocidos y discutidos. He tenido tribunas propias, construídas con sangre, sudor y muchas lágrimas, he estado y estoy parada en mi podio, en mi blog haciendo uso de la palabra despierta y en sueños, no descanso, mis monólogos no me lo permiten, soy presa de ellos y vivo a través de ellos. Me he prestado tribunas ajenas, erigidas por mujeres de todas las latitudes americanas, afortunadamente mis raíces están penetradas por este pedazo de tierra fructífera que nace en aguas platenses y muere en la Patagonia, en éste mi amado y sufrido continente donde la vida misma se ha encargado de regalar y sembrar las mejores semillas femeninas.

El encuentro con mi sexualidad fue punto y aparte, así como lo digo como nos sucedió a casi todas, y digo a casi todas por no generalizar, a estas alturas no me lo permito. Con mi cuerpo a cuesta fui testigo de los cambios en mi geografía; de mis llanuras fueron emergiendo montículos mis dos pequeñas montañas las cuales fueron fuente de vida para mi hija. De mis valles fueron emergiendo mis curvas, de mi timidez fue surgiendo mi autonomía y de mis fluidos insípidos asomaron mis torrentes volcánicos. Con la típica erupción de la adolescencia le di la bienvenida a mis fases de alerta con alto voltaje.

Mi condición de amante amateur me privilegió de disfrutar como la que más de mis amores juveniles, me permitió colocar muy a gusto sobre mi tejado mi veleta latitudinal, así que mis coordenadas dizque mis exigencias hacia el otro bando estuvieron muy bien claras desde mis inicios, me consideré una vanguardista desde mis orígenes, y me gusta pensar que lo logré, a mis diecisiete años trabajaba y estudiaba a tiempo completo, mis ingresos me permitían tener la independencia posible, mi brújula me mantenía con los pies en la tierra y los deseos bañados con sal de esa gruesa, con sal de mar!!.

Mis primeros amores llegaron de la sonrisa de mi madre, mi madre me amó y admiró, de sus seis hijos yo fui la única que puso los pies y algo más en las escalinatas. Antes de ser esposa fui psicopedagóga, entre el público que tuve en mi defensa de tesis, estaba ella, mi madre. Su admiración venía dada no por mis logros, nada de eso, sino por sus propias carencias y las de las suy@s, las mujeres de aquellos siglos se hacían en las cocinas, lavaderos, se hacían bajo los contratos ya conocidos y dados por la historia, en esos contratos matrimoniales que tienen vigencia mal que nos guste hasta el sol de hoy.

Los amores que vienen de nosotras suelen parecer a primera vista para nuestra gloria medios antagónicos en muchos casos, lo sé por experiencia propia, mis hermanas me quisieron pero al mismo tiempo me rechazaron, y yo a ellas, las subvalore en el desempeño de su género, para mí en lo personal y justo en mi juventud mi taza medidora tenía como unidad de medida la profesionalidad ante todo y ellas pasaron directamente de los juegos a los asuntos como dice la canción. Se casaron tan jóvenes que yo asistí en calidad de chaperona o algo así a estos festejos.

Hay amores que matan, hay amores que van caminando de la mano de la amargura. Llevan el sello de dolor y el mata sello tan conocido de “lo hago por tu bien” y como dicen quien bien te quiere te hará llorar.

En el ejercicio, en el cumplimiento de todos los roles asumidos hasta mis días no conozco ninguno que no tenga la doble arista, la del dolor y la del amor, somos incapaces de valorar a nuestras madres con la magnitud del caso hasta que nos convertimos en madres.

Apreciamos aún más nuestros afectos cuando estos desaparecen parcial o totalmente, con total seguridad es ley del corazón, si bien es cierto que al llegar a los Andes ya estaba graduada dizque medio psicóloga, es cierto que allí hice mi PHD en afectos, me gradué en el control de mis emociones, en Quito aprendí de a poco y hasta ahora a controlar mi afectividad, siempre he sido más afectiva que cognitiva en otras palabras siempre mis sentimientos habían primado sobre mi pensamiento, mi razón, mis ideas.

Comprendí que no deben haber reclamos afectivos, y es uno de mis principios básicos, no reclamo afecto, pienso que éste se expresa y debe ser una expresión genuinamente espontánea, que tiene miles de matices y espero pacientemente a que estos se hagan presente, caso contrario lo respeto y sigo mi camino. Me empeño en que lo emocional no predomine sobre lo racional.

Estoy de acuerdo con aquellos que dicen que no hay peor enemigo que una de nosotras, y es cierto, estoy consciente de nuestra fortaleza, estoy consciente de nuestro poder maternal, de nuestro poder como esposas, hijas, abuelas, suegras, nueras, como amigas, como profesionales, como jefas citando los más significativos roles de nuestros puestos de batalla, de nuestras trincheras . Cuando la batalla se presenta de tú a tú, face to face, cuando la guerra es entre las dos damas como en una buena partida de ajedrez, dudo mucho que alguna de las piezas logre dar jaque mate sin dar cada una buena demostración de poderío.

He sido amada y odiada, he sido valorada y discriminada he sido y soy centro de discusión entre las que me conocen, y hoy pensando que el próximo día ocho de marzo se celebra el día en que nos rinden homenaje, en que rendimos homenaje a todas las inicialmente mal llamadas débiles, después independientes, y ahora liberadas, con alegría me atrevo a felicitar a tod@s, esta producción literaria por llamarla de alguna manera y este monólogo en particular es un tributo, es mi tributo, es mi demostración de lealtad suprema, es mi pedido expreso de ser más tolerante con nosotras mismas, me lo digo a cada minuto, y lo practico, lo pongo en mi agenda, las madres con las hijas y viceversa, las madres biológicas con las madres adoptivas, las casadas con las divorciadas , las solteras y viceversa, las suegras con las nueras y éstas con las primeras, las jefas con las subordinadas, y éstas con las que mandan , las que salen de sus casas a trabajar con las que nos quedamos en casa trabajando, las asalariadas con nosotras las mantenidas, las activas con las jubiladas y éstas con todas, se trataría de una toma de conciencia solidaria o algo así para con todas, ser más consideradas nosotras con nosotras, y en eso estoy yo en lo personal.

Regalémonos lo mejor de nosotras mismas a nosotras mismas, porque en cada mujer se aglutinan, se hacen presente todas y cada una de las notas musicales del pentagrama mujeril, seamos capaces de querer a la de al lado, a la de a pie, a esa que sus manos callosas la delatan, a esa que su tristeza la mata, regalémonos la mejor sonrisa , nada de medias caras, reconocer que quien tiene boca se equivoca, asumir los errores de otr@s como de nosotr@s como una posibilidad de entrenamiento en el día a día, apoyémonos, cerremos filas, me pregunto, ¿no es suficiente con la intolerancia de los llamados fuertes? , ¿por qué tenemos que ser tan ácidas? Usemos splenda para aligerar nuestros líquidos, los que consumimos y los que brindamos.

Escribamos notas personales, mientras tengamos la oportunidad de hacer uso de nuestras capacidades, permitámonos declarar nuestro afecto y admiración hacia aquell@s que despiertan de muy diferentes formas, nada de mensajes colectivos, declaro mi rechazo absoluto a los mensajes colectivos, degusto los personales, los que hablan del conocimiento de la persona a la que van dirigidos, disfruto de cada palabra o frase escrita a título personal, demos pues la bienvenida a nuestras filas, a nuestro sindicato, a nuestro partido, a tod@s las que nos caen bien o no, a las que nos llaman o no, a las que nos aceptan o no, a las que se hacen presente o no, regalémonos la mejor de nuestras mareas, dejemos que nuestra pleamar llegue a las costas de conocidas o desconocidas, en todo caso las costas son costas, unas más bravas que otras, pero que finalmente todas nos unamos y demos gracias a la vida que como dice la canción “ nos ha dado tanto.”

Felicidades, congratulaciones, en buena hora en este mes de marzo, este es un mensaje general, pero estoy segura que cada una de nosotras al leerlo encontrará algo de particular, algo dirigido a nuestra médula espinal porque lo he escrito pensando en mi familia, en mi hija, en mis amigas y en mis desconocidas amigas. Lo he escrito desde mi misma, desde mis 54 años que de alguna manera me permiten enarbolar las banderas de nuestra realidad. Les quiero, ah por favor no olviden festejarse y festejarme jijijij.

3 comentarios:

  1. Querida amiga, tu eres nuestra voz, nuestro portaestandarte, tu reflejas y proyectas todo lo que como mujeres anhelamos, soñamos, ganamos y perdemos. Gracias por eso!!

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  2. Querida amiga, tu nos representas! tu expresas todos nuestros anhelos, nuestas ilusiones, las perdidas y las que todavía nos animan... Tu voz recoge lo que somos, con todo lo bueno y lo malo, con nuestras pèrdidas y nuestras ganancias, Gracias por eso!!

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  3. Querida mia,
    Que regalo del Dia de La Mujer: el llamado a la solidaridad y a la generosidad, que finalmente nos hace mejores a todas y permite soñar en relaciones más solidarias y justas para todas y todos. Un abrazo fuerte, decidido para ti y para todas, hoy 8 de marzo

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